Las mujeres, su música, una protesta ante la violencia de género

 
Foto : Bwithacamera
 

La violencia de género ha estado presente desde tiempos remotos, sin embargo, en esta era globalizada donde acceder a la información es relativamente fácil, las estadísticas se volvieron alarmantes: 7 de cada 10 mujeres han sufrido violencia física, psicológica o sexual por algún familiar, alguien cercano a su círculo social o un completo desconocido. 

En los últimos años, con el surgimiento de movimientos como el #MeToo, se construyó un espacio en el que miles de personas compartían sus historias de una forma no acusatoria. Fue un suceso abrumador y controversial que logró abrir otros caminos para la expresión, dirigidos a la paulatina superación del hecho. Y claro, la música también tiene su papel importante. 

El antecedente más lejano lo encontramos con “La emperatriz del blues”, Bessie Smith, a finales de la década de 1920, con sus canciones sobre protesta social que defendían la libertad sexual, la igualdad de oportunidades y que buscaban abolir los límites impuestos por el racismo. Al ser mujer afroamericana su contexto fue complejo y su historia estuvo llena de controversias; sin embargo, fue una de las cantantes de blues más exitosas. 

 
 

Las canciones que hablaban propiamente de la violencia de género tardaron en aparecer y el mensaje en ellas siempre estuvo velado con metáforas, tal es el caso de la banda de post punk The Raincoats en 1979 con el tema “Off Duty Trip”, en la cual habla sobre la impunidad ante cargos de violación contra hombres soldados y profesionistas.

 
 

Mientras la población estadounidense vivía la tercera oleada feminista a principios de los 90’s, se llevaba a cabo el juicio de Anita Hill contra Clarence Thomas, candidato a la Corte Suprema en 1991, y el tema del acoso sexual empezaba a tomar fuerza públicamente. De esta forma, la década de los 90 se volvió un periodo crucial para los movimientos musicales en favor al feminismo.

Siguiendo la tradición del post punk feminista de los 70’s, nace el movimiento Riot Grrrls en la década de los 90’s, como respuesta ante la negación de las mujeres en la escena musical del punk. El principal objetivo era establecer bandas únicamente de mujeres y hacer eventos para el público femenino, sin seguir los estereotipos masculinos. De esto surgen bandas de punk como Bikini Kill, Bratmobile y Heavens to Betsy que criticaban el patriarcado capitalista, demandaban autonomía sexual e iban en contra de la normalización de la violencia sexual femenina.

 
 

Paralelamente, la cantautora Tori Amos lanzó “Me and a Gun” primer sencillo de su debut en solitario, canción a capela que habla sobre su violación a los 21 años y su más grande temor: el haber sido castigada por dios tras haber dejado la iglesia.  Posteriormente sacó “Silent All These Years” y se convirtió en el referente de esperanza para aquellos que vivían bajo la sombra del trauma y querían ser escuchados. Fue tan abrumadora la respuesta de la gente, que fundó la Red Nacional contra el Abuso y el Incesto (Rape, Abuse & Incest National Network) la cual brindaba ayuda por medio de líneas telefónicas y vinculaba a los usuarios a un centro de ayuda. 

 
 

Sin embargo, todo intento de dialogo murió a manos de la prensa. Riot Grrrls fue catalogado como un movimiento liderado por mujeres enfadadas y con una fuerte inclinación a la misandria. El caso de Amos fue distinto, pues en todos los títulos de los medios en que salía siempre resaltaba el hecho de haber sido violada, como si ese momento la definiera artísticamente. 

A estos también se suma la reciente fama que tomaba la cantante Fionna Apple, quien fue violada a los 12 años por un completo desconocido y lo plasmó en su temprana lírica. Tras el lanzamiento de su video “Criminal” en 1997, fue criticada por los medios ya que consideraban que hacía una velada referencia al suceso y lo explotaba. 

 
 


La canción “His Story” fue parte del debut de TLC y está inspirada en Tawana Brawley quien perdió su caso en 1988 contra 4 hombres que la violaron y escribieron sobre su cuerpo insultos raciales. El tema en sí mismo es desesperanzador, pero es un llamado a la autoprotección. 

 
 

Por otra parte, los casos de violencia sexual y doméstica que afectan a las mujeres negras no suelen ser reportados ni discutidos. Inmersas en una cultura involucrada en la glorificación de la misoginia y la violencia en contra de las mujeres, se creó un ambiente donde el diálogo honesto era difícil de conseguir. A este tema refieren canciones como “Love Is Blind” de la rapera Eve y “Cleaning Out My Closet” de Angel Haze.

Con la cuarta oleada de feminismo se vinieron grandes y multitudinarios movimientos en todas partes del mundo que luchaban por los derechos de las mujeres y denunciaban la violencia de género. Esto afectó a la industria musical hace un par de años, la razón: el cambio de perspectiva y la ruptura del estigma de la víctima para transformarse en la de sobreviviente.

La cantante canadiense conocida como Grimes lanzó en el 2012 una de las mejores canciones de pop de la década “Oblivion" que utilizó, junto con el video, para sanar “una de las experiencias más devastadoras de su vida" y trabajar la desconfianza que sentía por los hombres. 

 
 

Sin embargo, fue hasta el 2015 cuando el boom de la música sobre la violencia de género llegó y lo hizo a manos de Lady Gaga con el sencillo “Til It Happens to You”. Siendo el tema central de la banda sonora del documental sobre violaciones en los campus, The Hunting Ground, fue nominado a los Óscar como la Mejor Canción Original. Y la presentación de la canción en la ceremonia del 2016 es digna de mención, pues la cantante entonó la letra con temblorosa voz mientras en escena aparecían sobrevivientes a asaltos sexuales con frases en los brazos como “No es tu culpa".

It's not your fault

Y como si ellas hubieran despertado, empezaron a surgir canciones de desahogo y protesta en todas partes del mundo. Sólo por enumerar algunas, en el 2017: “Watering” de Big Thief, “Praying” de Kesha, “Gatekeeper” de Jessie Reyez; en el 2018: “Deadbody” de Miya Folick, “The Face of God” de Camp Cope, “Nameless, Faceless” de Courtney Barnett; y en el 2019: "I'm Not Scared” de Tomberlin, “Chatroom” de Charly Bliss, “LATCH KEY” de Kari Faux, “Killer” de Palehound y “Boys Will Be Boys” de Stella Donnelly.

Miedo, culpabilidad, irá y tristeza son las emociones implícitas en las canciones que hablan sobre asaltos sexuales, recientemente también se asocian a algo más aspiracional, un mensaje de supervivencia y superación, que –a palabras de quienes las componen– entre más escuchas, más fáciles son de creer... Así es como la música funciona, así es como ellas sanan. 

La problemática sigue vigente, incluso dentro de la misma industria de la música, pues aún han mucha gente involucrada económica, política, social cultural y espiritualmente en proteger a los abusadores. Pero es necesario avanzar a pequeños pasos y qué mejor que una catarsis musical.

Texto: Fani Bárcenas