Texto: Eduardo Camacho
Amanecimos ayer con la noticia de que Eulalio Cervantes Galarza -no tan conocido por su nombre como lo fue por su alias- Sax, ha fallecido, y nos embargó una tristeza generalizada. Estas palabras no pretenden sino rendir un sentidísimo homenaje a su persona, a su legado, y todo lo que culturalmente representa.
La noticia me golpeó profundamente y ni bien pasó un instante, empezaron a resonar en mi cabeza no una sino muchas de sus melodías. Hacer un proceso consciente de cuán impregnadas están en mi imaginario y reflexionar sobre el peso de esta marca en la colectividad, es la máxima confirmación de su importancia.
Maldita Vecindad y los Hijos del 5to. Patio fue uno de los primeros contactos que tuve con la contracultura en México. El discurso rebelde y libertario de la banda, desde años remotos pugnando por la diversidad sexual, por la visibilización de los estratos marginales, por la reivindicación de la mujer; me atrajeron muchísimo, pero no habría sido del mismo modo sin la existencia de Sax.
Fue el primer músico de su familia y eligió su vocación desde muy temprana edad, lo que con los años le dio una destreza simplemente inigualable como multiinstrumentista y por supuesto detrás de su saxofón. En la Maldita, ese discurso libertario siempre estuvo revestido por su sonido, que acompañó las crónicas en voz de Roco con la nostalgia y la festividad merecida, como dando respaldo a los testimonios del barrio y la comunidad que representan sus canciones.
Sax fue el sello de La Maldita y se erigió también como una figura emblemática del rock mexicano con sus performances sobre el escenario. Es muy fácil recordarlo escondiendo parte del rostro con su cabello largo, su sombrero y su actitud verdaderamente contagiosa al tocar, llamando inevitablemente la atención y erizando todas las pieles al hacer su instrumento sonar. Tan fácil es recordarlo como aseverar que entre quienes lean estas líneas y pudieron verlo en vivo, se revivirá la sensación.
Ahora el buen Eulalio ha partido. Se fue de pata de perro hacia el infinito amor, dejando un hueco imposible de llenar no sólo en Maldita Vecindad -que quedándose sin este inquilino hace impensable su permanencia-, sino en la música nacional, y en la cultura popular mexicana. Un verdadero pilar que no tuvo nunca ni tendrá comparación.