I said, that's life (that's life) and as funny as it may seem
Some people get their kicks
Stompin' on a dream
But I don't let it, let it get me down
'Cause this fine old world it keeps spinnin' around
Frank Sinatra

¿Porqué escribimos de una película en una plataforma estrictamente musical? Saben, teníamos que hacerlo, el Joker es un rockstar, una bala perdida del punk en el cine actual, no les hablaremos de la magnífica ambientación retro puntualmente estudiada y de la estricta fotografía, tampoco de la polémica actuación de Joaquin Phoenix, es más, del guión al que no le sobra nada, sería sólo una gula editorial.

Joker es un antihéroe actual, un tipo tóxico, construido de la pedacería de las cloacas sociales, quién sufre de una afección médica que convierte sus gritos internos en carcajadas, en sonidos desafinados, fuertes, violentos, que en momentos con su humor involuntario nos hace recordar el tipo no comedia del actor Andy Kaufman, El Hombre en La Luna de REM, después, nos encontramos en la línea nostálgica del cine clásico sobre todo en los bailes del cruento payaso escuchando tracks de Frank Sinatra y Tony Bennet.

Una nostalgia muy apartada explotó en nuestra memoria.

Nos seguimos ansiosos por las secuencias y olemos ese punto decadente de los ochentas de la cultura norteamericana dónde nadie reía o ¿será que nadie está riendo en la actualidad?, y así vamos de la mano de los beats del rapero de Detroit, Toni K, quién con tracks “envolventes” nos acompaña por las calles caóticas y eufóricas de Gotham City.

Spoiler: en un punto del caos el track White Room de Cream nos invade de euforia, tuvimos que hacer un air guitar en medio de la sala.

Hildur Guðnadóttir, chelista quién trabajó liderando el fondo musical en la serie Chernobyl de reciente éxito, es la que lleva el soundtrack emocional de esta locura cinematográfica de una manera muy puntual.

El film Joker más que ganar el Léon de Oro en Venecia, logró que el punk vuelva a ser negocio en la industria del entretenimiento, y sí, ya de entrada se lo agradecemos.

Texto: Andrés Villela